Voy a dar un ejemplo: el árbol está parado en sus raíces principales, ellas no lo alimentan sino únicamente lo sostienen contra los vientos y el peso del mismo para no caerse, no derrumbarse. Y sus raíces pequeñísimas son las que se extienden por la superficie de la tierra, y van absorbiendo la savia para alimentarlo.
Asimismo,
es el Ego de nosotros o de la Humanidad. Las raíces gruesas que sostienen al
árbol simbolizan los defectos capitales, como la lujuria, la venganza, la ira,
el orgullo y otros más. Y las raíces pequeñas representan los detalles,
aquellas manifestaciones diminutas que pertenecen a tal o cual defecto, que no
creemos que son defectos pero que son la alimentación de él. El ego se alimenta
por todos esos detalles diminutos, que tenemos en gran cantidad.
Hay
que empezar a autoobservarnos para ver los miles y miles de detalles negativos
que tenemos, que son los que sostienen el tronco. Así le toca a todo el que
quiera salvarse del desastre que viene, ponerse a quitarle la alimentación a
ese árbol, que son las raíces diminutas. Detalles negativos como los malos
pensamientos, el odio, la envidia que siente uno contra otras personas, la
ambición, cogerse monedas y cosas insignificantes, echar mentiras, decir palabras
llenas de orgullo, la codicia; en fin, todas esas cosas que son negativas
en el fondo, debe empezar uno a desintegrarlas seriamente.
Hay
otra chispa divina dentro de nosotros que se llama la Madre Divina, cuya misión
es desintegrar los defectos con una lanza que ella posee. Por diminuto que sea
el detalle debe pedirle a la MADRE DIVINA interna: "Madre mía,
sácame este defecto y desintégralo con tu lanza". Ella lo hará así porque ésa es su misión, ayudarnos en
esa forma para irnos liberando. Así no crece más el árbol sino se va
desnutriendo, se va secando.
Esa es la muerte verdaderamente y
la he encontrado profundamente; porque, tal como el Maestro la enseñó, no es
que yo quiera saber más, porque, como os digo, habló de morir de instante en
instante, de momento en momento, está relacionado con esto de los detalles. No
necesitaba aclarar más para entender esto, pero estaba hablando de ello.
PREGUNTA. ¿Eso también se puede hacer igual con los pensamientos?
V.M. RABOLÚ. Es que con todo, es que con todo. Ahí se aplica
la muerte en marcha, que afloró un detalle de esos: “Madre mía, desintégrame
este defecto”, enseguida, enseguida, no esperar para mañana o pasado, sino
enseguida, instantáneamente; que la Madre Divina con su poder, como estos son
detalles, no son tan fuertes, los desintegra con facilidad.
PREGUNTA. Pero siempre en la noche hacer un análisis también de esto ¿o
no?
V.M. RABOLÚ. No, durante el día déle a la muerte en marcha,
déle. No se ponga a perder más tiempo, sino déle de instante en instante, de
momento en momento y verá.
PREGUNTA. Esta es una revolución completa del morir.
V.M. RABOLÚ. Sí, ¡una revolución!, pues yo ese sistema lo tuve
desde cuando comencé, pero yo creí que todo el mundo trabajaba lo mismo; ahora
viendo por la correspondencia que tanta gente, casi todo el mundo, “que la
muerte, que la muerte, que no sé qué” y ninguno morir, y dije ¿este asunto por
qué?, pues claro, se le van al grueso y a los detalles los dejan, que ahí es
donde se alimenta el ego, ¡sí!, esa es la conclusión a que llegué
yo.
PREGUNTA. Pero hay yoes muy fuertes, por ejemplo el de la
ira, que lo pueden sacudir a uno.
V.M.
RABOLÚ. Es que mire,
la ira, vamos a un ejemplo; yo digo una palabra hiriente que lo lastimé a
usted; tiene un principio, fue por una frase mía, o una acción mía, que usted
se disgustó. Si usted está alerta de si mismo, cuando usted siente ese
disgusto, apele de una vez a la Madre Divina ahí, entonces no hay ningún
problema.
PREGUNTA. ¿El problema es no hacerlo?
V.M. RABOLÚ. No hacerlo, y claro, si en esos momentos que yo dije la frase, o voy e hice algo que no le gustó a usted, que ve uno la ira, ahí mismo apelar a la Madre Divina, instantáneamente, ya; se evita el problema uno con los demás y todo y va muriendo.
PREGUNTA. Para eso necesita estar siempre
alerta.
V.M.
RABOLÚ. Es
que para poder trabajar uno con estos detalles, tiene que estar
alerta de uno mismo, a uno no le queda tiempo de estar mirando
qué está haciendo el otro, si estamos aquí en esta reunión, como
puede haber miles en una reunión de éstas, uno no debe identificarse con la
gente, sino siempre estar poniéndose cuidado a sí mismo a ver qué agregado está
manifestándose en esos momentos, no descuidarse de uno; de lo contrario pierde
el tiempo.
(...) V.M. RABOLÚ. Momento en momento, esté uno en su trabajo, esté en su negocio, hablando con una persona que sea, ahí tiene que estar uno a ver qué elemento psíquico se puede manifestar ahí o se está manifestando.
(...) No, estar en alerta de sí mismo, para cuando quiera volverse a manifestar ¡dale!, así es lo mejor; así deja uno de cometer errores y está muriendo. Es que cuando uno se olvida de uno, ahí está el problema, pues comete errores uno.
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