DIVERSOS ASPECTOS DEL MIEDO
Comprender el miedo en su totalidad no es una tarea tan simple. El primer paso es estudiarnos su naturaleza primaria.
La naturaleza primaria del miedo es instintiva y animal. Los procesos quimio-biológicos que activan la reacción de miedo entre los animales acontecen de manera semejante a nosotros los humanos. Al principio la activación o liberación de ciertas hormonas hacen con que el cuerpo se prepare para luchar o huir, por instinto de defensa y supervivencia.
Cuando hay energía, fuerza y destreza, así como coraje y valentía, luchamos y enfrentamos el enemigo que nos ataca, por defensa nuestra vida o de otros que estén sobre nuestra protección.
Cuando por inteligencia y estrategia, nos damos cuenta que nuestro enemigo está en gran ventaja, optamos por huir o recular, ya que la defensa en este caso representa también preservar nuestra vida. Obviamente, que dependiendo de la situación, una fuga puede significar cobardía, flaqueza y miedo, principalmente cuando abandonamos amigos y familiares a la propia suerte...
Cuando ninguna de estas dos cosas acontecen y quedamos paralizados, sin acción, el cuerpo va perdiendo energía y fuerza... el corazón dispara, la presión sube, las rodillas tiemblan, los dientes rechinan, el estómago se contrae, procesos fisiológicos se descontrolan... y a veces hasta llegamos la desfallecer.
Pero, este es sólo un aspecto del miedo. El miedo dentro de su naturaleza específicamente humana, actúa en la mente no como un ego, pero sí como un estado psicológico que nos detiene, nos hace incapaz y débiles.
Evidentemente que en estos casos, el ego toma cuenta de este estado equivocado y actúa dentro de su centro correspondiente (intelectual, emocional y sexual), trayéndonos el sentido de temor, fobia o hasta pánico.
En el centro intelectual, el miedo hace con que nos hagamos tímidos, callados e introvertidos, por el hecho de que que tenemos complejos delante de personas con capacidad comunicacional e interacción mejor que la nuestra. En el centro emocional el miedo de no ser correspondido en una pasión, llevan los enamorados a mentir y engañar sus pretendientes para no ahuyentarlos. El miedo de fallar durante un acto sexual puede llevar el hombre a la desesperación y la impotencia...
Hay también el miedo de perder nuestros seres queridos, nuestros hijos, nuestros padres y también el miedo de perder el empleo o nuestros bienes materiales... y lo que digamos del miedo que tenemos que no seamos aceitos, de hacer la gana del otro y no la nuestra, solamente para ser aceptados.
En la infancia, a veces, por ignorancia somos educados a través del miedo o vamos adquiriendo miedos que nuestros padres sienten y acaban interfiriendo en la formación de nuestra personalidad.
Cuando alimentamos el miedo desde niño es normal que llevemos a la adolescencia una cierta ansiedad que roba la energía sexual que si no sea trabajada, acaba transformándose en un estado depresivo que crea una rueda continua de sentimientos negativos y emociones inferiores.
Si colocáramos este sentido en un plan global, descubrimos que muchas leyes inútiles son creadas por el miedo y hasta la propia guerra, antes aún de la ambición por la conquista y posesión, tenemos el miedo como sentimiento principal de los gobiernos y gobernantes.
Conviene que aclaremos también, que el miedo no debe ser confundido con recelos, precauciones, cuidados y seguridad que tenemos que tomar para cuidar de la vida y bienestar, nuestro y de aquellos que están sobre nuestra protección.
El primer paso para acabar con nuestros miedos, temores, fobias... es investigar y conocer a fondo el origen de los mismos.
Ciertamente habrá miedos hereditarios o que traemos de vidas pasadas, pero, aun así pueden ser trabajados y transcendidos.
La comprensión es el segundo paso, porque la inconsciencia genera ignorancia y la ignorancia trae tinieblas para nuestra vida y esta nos impide de ver la verdad como ella es, no como creemos que sea.
La comprensión, muchas veces, exige perdón y renuncia del pasado y de los errores que cometemos o que cometieron contra nosotros.
"Si alguien vive de instante en instante, de momento en momento, sufriendo por lo que le deben, por lo que le hicieron, por las amarguras que le causaron, siempre con su misma canción, nada podrá crecer en su interior."
Psicología Revolucionaria - V.M. Samael Aun Weor
Por fin, como último punto debemos trabajar la disciplina de los centros, para que la gente no pierda energía innecesaria y así pueda equilibrarse. En este caso entra en juego la concentración y la agenda diaria que tenemos siempre que hacer.
Las primeras pruebas que el discípulo pasa en los mundos internos, como la del “guardián” y de los “cuatro elementos”, tiene como foco el miedo. Aquel que no tiene sus energías más o menos equilibradas, no logrará éxito en ninguna de estas pruebas.
Es muy notorio cuando una persona está con los centros desequilibrados. Observamos eso cuando alguien se asusta por cualquier cosa. Incluso con las personas de su casa, objetos o quienes sabe incluso con su propia sombra como se dice.
El elemento sorpresa y el sobresalto delante de situaciones inesperadas, que pueden ser buenas o malas, también pueden causar miedo o susto extremo y hasta un desmayo, sin embargo cuando somos equilibrados, en estos casos puede haber como máximo una reacción del cuerpo para prepararnos para alguna acción, sea de lucha, fuga o bienestar.
Cuando trabajamos sobre la muerte del “Yo psicológico”, cuando nos auto-observamos, cuando comenzamos a despertar... nuestras energías van siendo utilizadas de forma sabia y nuestros miedos van desapareciendo cómo que por encanto...
Este es el valor que damos a este enseñamiento, porque tenemos la posibilidad de cambiar y nos hacer alguien mejor del que somos.
Como se dice: errar es humano! Pero al persistir en el error nos igualamos a los animales, ya si cambiamos y nos corregimos somos dioses.
Paz Inverencial!
*Texto: colaboracción de los hermanos gnósticos del S.O.S.
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