El dominio de la mente
"La Mente no puede cambiar radicalmente nada, puede permitirse ocultar sus propios errores, justificarlos, condenarlos, pasarlos de un departamento de la mente a otro, pero no es capaz de disolverlos o eliminarlos." (Samael Aun Weor)
Para tratar de experimentar las diferentes dimensiones del cosmos, nuestro Intimo se desdobla en varias partes y para ello envía su Budhata, una partícula de nuestra Alma, que habitará el cuaternario inferior o los cuatro cuerpos de pecado. Es a esta Budhata o Esencia a la que vamos a trabajar para organizar nuestro psiquismo. Los impulsos que recibimos a través de nuestros centros superiores (y que provienen de nuestro Real Ser) están siempre grabados en nuestra esencia. Cuando hablamos de la mente, no nos referimos al cerebro físico, sino al conjunto de pensamientos y emociones que, en su mayoría, están conectados a nuestros defectos y forman nuestro subconsciente. Los sueños nocturnos son la mejor representación de lo identificados o dormidos que hemos estado durante el día con algo.
"¡Pobre gente! Se sientan en estas cosas; se apoyan en tonterías; se aferran a esto que no tiene la menor importancia". (Samael Aun Weor)
La mente está formada por energía mental y no es más que un estado de densificación de la materia (por descenso de los diferentes planos) y si es materia, no es Espíritu. Necesitamos dominar esta mente, ponerla al servicio de nuestro Ser, para poder independizarnos de ella. Este es el símbolo de Cristo entrando en Jerusalén el Domingo de Ramos, montado en el "burro" de la mente. La mente se procesa a partir de su propio condicionamiento, que se formó a partir de la acción de los defectos psicológicos, en ella hay conceptos, prejuicios, dudas, miedos, rebeldías, etc. La mente no conoce la verdad de las cosas y sólo podemos avanzar en este trabajo cuando experimentamos lo real desde nuestra conciencia y no a través de la mente. La mente es material porque el conjunto de deseos formados por nuestros yoes son materiales: placeres físicos, acumular riquezas, estar en la cima, hacerse sentir, etc. En este juego de la mente entra también nuestra personalidad, con sus falsas aspiraciones y el centro magnético, que lo desarrollamos en relación con algún interés de nuestros defectos.
"Aceptar la cultura negativa, inspirada subjetivamente en nosotros y seguir el camino del menor esfuerzo es absurdo". (Samael Aun Weor)
Recordemos que los momentos más alegres de nuestra vida los hemos vivido en ausencia de la mente. Necesitamos, por tanto, liberarnos de la mazmorra de la mente. Es una especie de prisión psicológica en la que vivimos, y mientras estemos atados a ella no podemos experimentar la verdad.
Las principales prácticas para el dominio de la mente son el asesinato de los detalles y la concentración. Es que la propia mente es también el Ego, ya que los mismos son formas mentales. Así que necesitamos destruir el ego para que esta sustancia mental sea libre. En la interrelación diaria, volviendo la atención sobre nosotros mismos, percibiendo los aspectos que hipnotizan nuestra conciencia o nos hacen identificarnos con algo o un defecto. En este momento pide a nuestra Madre Divina la eliminación de este aspecto. Con la Concentración aprendemos a poner nuestra atención en algo real y productivo. Nos concentraremos en las actividades del día, estableciendo un orden, empezando por lo más importante si es posible, manteniendo nuestra atención en la actividad elegida.
En este trabajo de organización de la psique, el atento debe tomar conciencia del desatento. Debemos tomar conciencia de estos procesos del subconsciente. La mente juega con los dualismos. Esto explica nuestras indecisiones sobre una cuestión o por qué cambiamos constantemente de opinión. Con este dualismo nos quedamos atrapados en ella. Cuando tenemos una duda persistente sobre algo, se establece un conflicto, pero si trabajamos para eliminar esta duda, surge una verdad. De este modo, avanzamos por el camino de la sabiduría. Cuando tenemos estas dudas persistentes la mente entra en un estado de inquietud constante, nos resultará difícil llevar a cabo las prácticas. En este momento podemos aplicar la técnica enseñada por V.M. Samael, llamada judo psicológico. Se llama judo porque entraremos en combate psicológico con la mente. Cuando hacemos una práctica y percibimos que no podemos concentrarnos y que la mente está inquieta, debemos dirigirnos a nuestra mente, preguntándole: "Mente, ¿qué quieres? ¿Por qué tienes esta preocupación? "En este momento debemos presentar argumentos en contra, exponiendo nuestra defensa y argumentos, mostrando a nuestra mente que sus preocupaciones son inútiles. Si entramos en meditación en este momento, puede ocurrir que nuestra mente nos envíe un símbolo, una imagen, donde está contenida la esencia de nuestra preocupación. En este momento, debemos contra argumentar sobre esta imagen, mostrando a la mente que está equivocada, que no tiene razón para preocuparse por tal problema. Pero si la mente sigue agitada, entonces debemos llamarla al orden: "¡Mente, te ordeno que me obedezcas y te calles! Así, aprendemos a imponernos a nuestra mente, la educamos y aprendemos a ponerla a nuestro servicio, enseñándole a concentrarse en actividades más objetivas y reales.
Para dominar la mente también tenemos que aprender a cambiar de centro. Cada centro tiene su capital y su inteligencia y hay que desarrollarlos armoniosamente. "El arte es el uso positivo de la mente". Cultivar la belleza. Me encantan las bellas artes. En el estudio o en el ocio también debemos aprender a seleccionar las impresiones que nos llegan, ya que esto interferirá en la calidad de nuestros pensamientos y emociones. Además del Judo psicológico, que debe aplicarse en momentos puntuales, podemos desarrollarnos en prácticas místicas, utilizando por ejemplo el ejercicio de la imaginación consciente, ya que es una forma de desconectar de la mente y conectar con los sentimientos superiores. Cuando estamos en una posición cómoda y relajada, podemos utilizar escenas de la naturaleza como elemento para la práctica de la imaginación: animales, plantas, objetos, lugares. Ver su forma, su color, su sonido. Este tipo de imaginación ayuda a desarrollar las facultades interiores y la mente se concentra en ese momento, desconectando de las preocupaciones cotidianas.
Al despertar la conciencia, el inconsciente se hace consciente y para ello hay que combinar la muerte psicológica con la técnica de la meditación. Con la meditación, tomamos conciencia de esta esencia liberada por la eliminación de los "yoes". Además de la práctica de la autoobservación, instante a instante, con la muerte de los detalles, o de las prácticas místicas que realizamos por la noche, aprendamos también a hacer de la vida cotidiana una meditación constante.
¡Paz Inverencial!
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