PSICOLOGÍA GNÓSTICA
LAS VOCES INTERIORES
Somos esclavos de nuestra mente y de los pensamientos. Cuando conseguimos percibir esto, alcanzamos un nivel diferente de conciencia.
Siempre oímos muchas voces en nuestra cabeza, que no se callan... Pero, esto no es locura y sí un estado que es parte de la naturaleza humana.
Así como hay personas que hablan solas, con ellas mismas. Todo el mundo hace el mismo en verdad, sin embargo de forma mental. Cuando prestamos atención a esto, actuamos como observadores y oyentes de estas voces.
En nuestro interior somos muchos. Como cuando estamos en medio de una multitud, así es nuestra mente. Un torbellino de voces incesantes, que pueden ser oídas juntas en el momento de la transición entre el estado de vigilia y el sueño.
Cuando aceptamos, comprobamos esa realidad en nosotros, comenzamos realmente a descubrir lo que cargamos dentro y lo que somos sin disculpas ni justificaciones.
LA QUIETUD DE LA MENTE
Necesitamos a través del desarrollo de la auto-observación dar la atención necesaria a todo tipo de acontecimiento, de actividad, cada momento.
Recuerdos de sí y auto-observación son fundamentales e indispensables para eliminación de los detalles. Estemos atentos a nuestras acciones, reacciones, pensamientos y sentimientos.
Para el Ego el momento presente no existe. Necesitamos pasar a un nivel superior a la mente. El paso principal para alcanzar este nivel sólo será posible a través de la auto-observación. Es el principio de todo.
Cuando no nos auto-observamos y no transformamos las impresiones, acostumbramos reaccionar a todo y a añadir cosas, “Él dijo esto por eso y por aquello y quiso decir tal cosa”, creamos una escena mental e irreal que genera más conflicto. .
Necesitamos aquietar la mente, pues, solamente así hay la manifestación de la conciencia que nos trae la comprensión de los egos que nos hacen sufrir horriblemente…
En la quietud de la mente y con el despertar de la conciencia el Ser se manifiesta, entonces viene a la paz, la serenidad...
LA FRUSTRACIÓN EN El TRABAJO
Muchas veces al largo del día, nos deparamos con situaciones en que perdemos la oportunidad de pedir la eliminación de los defectos por no estar en auto-observación, eso genera una sensación de frustración, de fracaso, de vergüenza de nuestros padres internos. A medida que el tiempo pasa, esa vergüenza va aumentando, dificultando aún más el trabajo interno, nos sentimos mal por siempre pedir ayuda y fracasarnos, creemos entonces, que no somos merecedores de ayuda superior.
La verdad es que estos sentimientos nos separan de nuestros padres internos, de las Jerarquías Divinas, de Cristo, hasta llegar el día que ni acordamos mas de pedir ayuda, nos olvidamos de nosotros mismos, podemos caer entonces, en sueño aún más profundo y hasta desconectarnos totalmente de ese maravilloso camino gnóstico.
El ego es siempre perverso, nos engaña de todas las formas para mantenernos dormidos y desistamos de nuestra revolución interior. Si paráramos de pedir ayuda, el ego va a conquistar su objetivo, que es en los alejar de la búsqueda de nuestro Ser. Entonces cuando sintamos esas falsas emociones de derrota, fracaso, de vergüenza, no debemos desistir de pedir ayuda, ni nos aleja de nuestro viaje espiritual, pues las Jerarquías Divinas están siempre esperando por nuestra súplica y arrepentimiento, están siempre en la expectativa de nuestro despertar.
COMPORTAMIENTOS EQUIVOCADOS
A todo el momento, la vida nos da situaciones que pueden ser usadas a nuestro favor. Esos instantes en que nos encontramos con diferentes formas de actuar, siendo observados cautelosamente, contribuirán para nuestro crecimiento espiritual.
Si en una discusión nos dejamos llevar por la euforia, proferiremos palabras de insulto que harán con que todo quede más violento. Palabras mal dichas denigran, lastiman, humillan. Con ese comportamiento vil, hacemos poco caso de aquellos que atacamos, simplemente para satisfacer nuestro ya inflado ego.
Cada acción genera consecuencias y esas mismas consecuencias serán vividas por quienes las sacó. El “Yo” de la ira se robustece a cada ataque de rabia de nosotros.
Comúnmente oímos decir que “El ataque es la mejor defensa”. Debemos entender que ha enseñado esta posición de forma errada. Lo que debemos atacar no es el prójimo y sí el enemigo que cargamos dentro de cada uno de nosotros.
Con la auto-observación constante nos damos cuenta de que la “Muerte en Marcha” es el ataque para defender nuestra Alma.
Cuando paramos para reflexionar, siempre acabamos por percibir que de nada nos adelanta los ataques de ira que dejamos que se desborde en peleas.
Al igual que los otros “yoes”, la ira nos proporciona un cierto placer momentáneo o alivio por soltar las palabras que se nos atragantaram o atascaram en la garganta, pero, aquello que parece dulce en la boca se hace amargo en el vientre...
En una discusión, aún hallándonos ser poseedor de la razón”, debemos entender que el silencio es el mejor camino a seguir. No el silencio cínico, desafiador... este sólo enfurece cada vez más y sí el silencio de recogimiento, de búsqueda por la Madre Divina, orando para que Ella transforme aquel desatino en Amor y Armonía.
Seamos mansos con la humanidad! No reflejemos en el otro lo que llevamos dentro.
No derramemos sobre los demás lo que nos enfada. Seamos verdugos de nosotros mismos y amables con los que nos rodean!
Debemos cultivar hábitos en nuestro día a día que alimenten nuestra Alma, nuestra Esencia que son partículas del SER:
- Oír músicas superiores;
- Mirar para el Cielo, durante el día o la noche;
- Intensificar el trabajo con la muerte de los defectos;
- Intensificar las prácticas de desdoblamiento y meditación;
- Vigilar nuestra conducta cuanto estamos relacionándonos con las personas evitando conversaciones negativas, intrigas, calumnias y conversaciones de tipo lujuriosa, de doble sentido etc., sutilmente podemos cambiar el foco de la conversación sin ser mal educados.
Paz Inverencial!
*Colaboración: hermanos gnósticos S.O.S.
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